Y por qué digo que es una visita diferente, pues hasta ahora ir a Kamakura significaba visitar al Gran Buda del Templo de Kotokuin. Sin embargo, al vivir cerca a esta hermosa ciudad me da la oportunidad de ir a pasear seguido por estos lugares, lo cual me hace descubrir nuevos sitios que harán la visita mucho más placentera.
Para
ir hasta Kamakura, me compré un pase de un día que dependiendo del lugar donde
comiences la travesía, el precio del boleto irá variando. Por ejemplo, desde
Shinjyuku cuesta 1,520 yenes, desde la estación de Machida donde subí el tren
me costó 1,040 yenes. Con este pase me dio la oportunidad de subir y bajar en
cualquier estación comprendida entre Fujisawa y Kamakura en la línea de tren
“Enoden”. Muy práctico para pasear un día completo.
La primera visita que decidí realizar fue al Templo de Hokokuji ubicado a 10 minutos en ómnibus desde la estación de Kamakura. Conocer la historia del Japón a través de estas visitas, nos hace comprender mejor la cultura japonesa. Le contamos un poco de la historia de este templo.
Templo Hokokuji de Kamakura
Es un
templo de la secta Rinzai de Período Muramachi perteneciente a una familia del
clan Ashikaga y Uesugi. Se dice que se construyó en el año 1334, siendo Tengan Eko
el sacerdote fundador y representante del Movimiento de Literatura Zen conocido
como “Gozan Bungaku”. Cerca del lugar, en pequeñas cuevas fueron enterrados los
ancestros de la dinastía shogun y que aún lo podemos observar al lado del
jardín.
Llegué
al templo y lo primero que visité fue el hermoso jardín, conocido como el “Bosque
de Bambú” o el “Templo de Bambú”, al ingresar mi vista se sorprendió
de la belleza del lugar, donde los altos bambús tapaban el ingrese la luz,
pero hacían la zona misteriosa entre árbol y árbol. Me quedé unos minutos
meditando y observando el denso bosque al lado del templo. Caminé entre la
densidad de los bambús que se sentía estar dentro la misma naturaleza. Miraba
de abajo arriba y de arriba abajo disfrutando de cada momento.
Al
fondo observé una luz tenue y me acerqué, era una casa que ofrecía té verde
japonés donde enseñaban a preparar el matcha, y después pude disfrutar
una taza con dulces japoneses mientras meditaba entre los árboles de bambús.
Después
de relajarme y meditar por unos minutos dentro de este hermoso jardín, me
dirigí al templo para ver el paisaje típico de otoño donde se combinaba con las
hojas rojas de la temporada y que le daban al lugar un ambiente otoñal japonés.
Un lugar realmente relajante para disfrutar de la naturaleza
El comida típica de la zona
Luego de disfrutar de este lugar, me dirigí a la estación de Kamakura, muy cerca encontré un arco rojo típico del Japón al ingreso de la calle “Kamakura Komachidori” que daba entrada a una calle comercial donde pude ver artículos tradicionales y comida típica de Kamakura. Como sabemos, Kamakura es conocido por ubicarse cerca al mar y la comida en base a pescado fresco no me lo podía perder. Es así como elegí un set menú en base a shirasu, pescados pequeños, con su misoshiru y unos encurtidos. Deliciosa y fresca típica comida de Kamakura.
El Templo de Hasedera
Este
templo está ubicado muy cerca a la Estación de Hase y de la Gran Buda. Siempre
pasé, pero por falta de tiempo no pude entrar. Sin embargo, en esta oportunidad
decidí visitarlo ya que había escuchado y leído mucho sobre este templo. La
verdad que no me arrepiento ya que es un templo diferente con su propia
historia.
Es un
templo antiguo fundado en el año 736 y también conocido como “Hase Kannon”, por
la deidad principal que es el “Kannon de Once Caras”.
Al
ingresar observé un lindo jardín propio del estilo japonés con sus preciosas
flores y un estanque con peces, y en esta oportunidad por ser otoño, las hojas
se habían pintado de rojo. Subí las escaleras y, en la primera parada me
sorprendí al ver las decenas de estatuas jizo,
que según las creencias religiosas, Jizo es una
deidad budista que protege a los niños por nacer y da prosperidad a los
descendientes. Me quedé unos minutos observando cada estatua y su significado.
Luego
me dirigí a la próxima parada, en la parte superior donde encontramos una de
las estatuas de madera de Kannon de Once caras y con una medida de 9.18m de
alto. El buda tallado en madera más grande de Japón. También encontré varios
salones del templo y en las afueras, diferentes tipos de amuletos donde
escribir los deseos. Al lado una vista de la zona de la Peninsula de Miura, la
Playa de Yuigahama y la Bahía de Sagami.
Después
de recorrer, los salones y el museo Kannon, bajé y al fondo había una
cueva que contenía una gran cantidad de imágenes de budas pequeños y la imagen
de Benzaiten (Diosa de la Suerte). Una sensación diferente ya que es oscura y
solo alumbrado por algunas velas.
Finalmente, al salir nos encontramos con un jizo, y como respetar los protocolos de bioseguridad por el covid 19, lo vimos con una máscara lo que nos pareció muy gracioso y original.
Enoshima y el término del paseo
Ya casi
oscureciendo, tomé el “Enoden” para regresar y en el camino decidí bajar
en Enoshima y recorrer un poco las costas playeras, respirando el
aire fresco y con olor a mar salado pisando la arena suave y limpia, tratando
de meditar en medio del sonido de las olas que reventaban en las orillas de la
playa.
Una visita diferente donde no solo es el “Gran Buda” pero muchos otros templos con sus propias características donde aprenderemos más de la historia del Japón combinado con su naturaleza relajante.
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